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E-learning: ¿aprendizaje autotélico o exotélico?

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la satisfacción de los usuarios ante cada caso concreto; y que, lógicamente, la satisfacción de éstos pasaría, sobre todo, por la consecución del puesto de trabajo que se persigue, lo que podría depender también de otros factores.

He visto en Internet que alguna consultora, en su lectura de la norma, ha sustituido ya “empleabilidad” por “aplicabilidad”, pero no me parece lo mismo. Las habilidades o conocimientos adquiridos (nuevos procedimientos, nuevas tecnologías, nuevas herramientas, nuevas funciones…) podrían ser de aplicación en el puesto de trabajo que se ocupa y sin expectativa de promoción, pero la norma no se refiere a eso, sino a la consecución de un nuevo puesto de trabajo.

Dice la norma: “La empleabilidad es la capacidad para integrarse en el mercado laboral o mejorar la condición-posición existente”. Si el campo de aplicación fuera más abierto, podríamos quizá decir que un curso es bueno si genera aprendizaje valioso y aplicable, de modo rápido, efectivo, cómodo…; pero si el campo de aplicación es la formación para el acceso a un puesto de trabajo, entonces el curso es “bueno”, sobre todo, si se orienta debidamente a las exigencias del puesto objetivo, y sería “malo” (valga la simplificación), si no lo hiciera.

En verdad, las exigencias de calidad pueden ser muy distintas en la formación para acceder a un puesto de trabajo, y en la formación, quizá más autotélica, para mantener o consolidar el puesto que se ocupa. E incluso las exigencias pueden ser asimismo distintas para un tipo de contenido formativo y para otro tipo. E incluso para un tipo de usuario (trabajador de perfil técnico, industrial, etc.) y para otro (pensemos en un directivo o empresario, también). De modo que, si AENOR lo ha hecho bien, habremos de evitar los productores de cursos el error de generalizar esta norma fuera de su campo de aplicación. También puede haber, por ejemplo, un e-learning para empresarios y ejecutivos, es decir, para los empleadores, y no sólo para los empleados (o futuros empleados) a que parece referirse la normativa.

A decir verdad, cuando, en la trayectoria profesional, unas personas desean aprender algo específico, y alguien puede enseñarlo, entonces quizá los criterios de calidad de la formación (virtual o no, pero virtuosa) correspondiente deberían emerger de los propios discentes y docentes. La calidad habría de vincularse con la satisfacción de expectativas de los aprendedores, y con el rigor e idoneidad de los conocimientos transmitidos por quienes, siendo expertos en el tema, cuentan con habilidades didácticas.

Si yo, joven ingeniero, deseo situarme on line y saber más sobre las tecnologías de superconductividad asociadas a los trenes de levitación, o saber más sobre el silicio negro y la energía solar, entonces buscaré una información didáctica que me lo haga saber de modo rápido, efectivo y cómodo, sin necesidad de desplegar muchos más clics de los necesarios, sin riesgo de hacer aprendizajes falsos, sin pérdidas de tiempo. Y si deseo saber qué elementos comunes se dieron en la gestación de productos ... continua >>

 


Últimos comentarios 
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José Enebral | 29/05/2009
| Madrid |
Bien, yo me sumo a las reservas derivadas de las experiencias habidas; aunque el e-learning tendría tal vez mejor imagen si hubiéramos conocido productos y servicios de mayor calidad-efectividad. Pero aprovecho para identificarme como autor del artículo, ya que se ha publicado sin que figure la autoría. José Enebral.
www.fnyop.es | 28/05/2009
| Madrid |
El rechazo al e-learning, como a la formación o aprendizaje programado, vienen de lejos. Incluso en temas como las aplicaciones informáticas, las que se prestan con mayor naturalidad al uso de la tecnología. Económicamente les compensa a casi todos los proveedores. Pero las soluciones de blended learning se impondrán, porque salvo algunos genios, pocos estamos en condiciones de aprender un idioma, SPSS, o habilidades comerciales con este método. Eso si, puede ser muy barato. Como los vasos de un todo a 1.