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Estar más no significa trabajar más

El País

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de 0,6% frente al 5% de media europea.

Es cierto que el teletrabajo no es posible en todas las ocupaciones, como recuerda una de sus beneficiarias, Carmen Ruiz, y que está muy vinculado, sobre todo, a los empleados de más alta cualificación. Pero, ¿acaso son tan pocas esas ocupaciones como las que reflejan las cifras? ¿O es que existe el miedo de que el empleado no trabaje si no está controlado en la oficina?

Un reciente estudio del profesor de la escuela de negocios británica Durham Business School Tom Redman asegura que el teletrabajo no reduce el compromiso de los empleados (el 69% de los teletrabajadores respondieron que hacen suyos los problemas de la empresa, el mismo porcentaje de los oficinistas) y, sin embargo, sí reduce el estrés (un 43% frente a un 69%).

En la modalidad de teletrabajo desarrollan su labor entre un 5% y un 10% de los 11.000 trabajadores del enorme complejo de Telefónica en Madrid. Pero José Luis Escobar, director de Patrimonio de la empresa, apuesta más bien por el trabajo de movilidad, al que están adscritos en torno al 20% de esos 11.000 empleados, aunque, una vez más, no está abierta a todos los trabajadores.

Con un ordenador portátil que se pueda conectar a la Red desde cualquier sitio, estos trabajadores se mueven, sin un escritorio fijo, entre edificios de la compañía o despachos de clientes, y visitan de cuando en cuando unas mesas que suelen estar vacías en su oficina. Escobar explica que esta medida, si bien hace que los empleados ganen tiempo -"creo que les hace la vida más fácil"-, se tomó por necesidad. Y admite que requiere nuevas formas de valorar la dedicación de los empleados, por objetivos. "Pero esto ya empezó a cambiar en los noventa", asegura.

Nekane Rodríguez, de la consultora Creade, dice, sin embargo, que aún hay mucho camino por recorrer para cambiar esa mentalidad empresarial y romper con esa cultura que consiste en dedicar la mayor parte del día a la oficina, aunque en realidad no se esté trabajando. En las compañías, explica, coexisten varias generaciones, las más jóvenes, que quieren conciliar, con las mayores, que fueron educadas en la idea de que lo más importante es el trabajo, y con otras intermedias en las que esa concepción se fue diluyendo. "En ese contexto, los cambios son muy difíciles, sobre todo si hay empresas a las que les ha ido muy bien con los viejos sistemas", señala Rodríguez. "Hay que recordar que los cambios culturales son muy lentos".

Porque en el fondo de esa cultura empresarial subyace de nuevo el problema de los horarios españoles, tan distintos de los del resto de Europa. "En España nunca se ha trabajado de 9.00 a 17.00, sino más bien hasta las 20.00 o las 21.00", recuerda Vicent Borràs, investigador del Centro de Estudios Sociológicos sobre la vida cotidiana y el trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Los horarios de todos los servicios se extienden a ... continua >>

 


 
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