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Gestión del Conocimiento y competencia informacional en el puesto de trabajo

Eva Ortoll

 

Introducción

 

En el ámbito de la gestión del conocimiento una de las competencias sobre la que más se ha trabajado ha sido la relacionada con las actitudes que facilitan crear y compartir el conocimiento, así como las que preparan para el aprendizaje a lo largo de la vida (O'Sullivan, 2002). En relación con la creación de conocimiento, expertos en la gestión del conocimiento consideran que dicha generación se produce cuando las personas interactúan con la información (Davenport, 1998; Martín, 1999). Tomando como punto de partida dicha premisa, se evidencia el hecho de que formar a los profesionales para interactuar de forma efectiva con la información, es decir, para que sean competentes informacionalmente, es un reto imprescindible en el marco de la implementación de programas de gestión del conocimiento. Así, en diversos estudios que identifican las habilidades y capacidades de los trabajadores de la era del conocimiento, la competencia informacional se ha considerado una competencia básica para la competitividad de las organizaciones (Abell, 1999).

 

Antes de analizar los componentes de la competencia informacional en el puesto de trabajo es preciso que nos detengamos en clarificar, brevemente, qué entendemos por competencia informacional. Primeramente hay que apuntar que en la literatura sobre esta cuestión en lengua española se utilizan distintos términos para referirse, de un modo u otro, a dicho concepto. Por lo tanto, nos podemos encontrar, indistintamente, con las siguientes expresiones: cultura de la información, habilidades informativas o alfabetización informacional, por citar algunas de las más habituales. Si nos detuviéramos en analizar exhaustivamente los contextos en los que se utilizan dichas expresiones podríamos encontrar matices que nos permitirían diferenciarlas. A pesar de las posibles diferencias entre las citadas expresiones podemos apreciar un elemento común que subyace en todas ellas: la idea de relacionarse de manera efectiva con el mundo de la información.

 

De un modo general, la competencia informacional ha sido definida como "la habilidad de reconocer una necesidad de información y la capacidad de identificar, localizar, evaluar, organizar, comunicar y utilizar la información de forma efectiva, tanto para la resolución de problemas como para el aprendizaje a lo largo de la vida" (AASL, 1998)

 

Nuevos escenarios, nuevas competencias

 

Podemos destacar distintos elementos que influyen en el hecho de que las organizaciones empiecen a prestar atención a la competencia informacional de sus trabajadores.

 

En primer lugar, se ha reabierto el debate de la gestión de los empleados por competencias, entendiendo por competencias el conjunto de "conocimientos, habilidades y actitudes que combinados adecuadamente permiten el desempeño de las tareas para el cumplimiento de la misión de un empleado (...); las competencias son lo que saben hacer los empleados, lo cual debe diferenciarse de las tareas, que es lo que hacen en un determinado momento" (López, 2000). Otros autores definen, de forma más explícita, las competencias profesionales como la conjunción de distintos elementos: saber, es decir, poseer conocimientos específicos sobre una materia o disciplina; saber hacer, o poseer determinadas habilidades y técnicas, y saber actualizarlas; querer hacer demostrando una actitud de implicación en relación con los objetivos de la organización; ética profesional y compromiso respecto a las normas de la organización (Bertrán, 2002). En este sentido, se han iniciado acciones para identificar tanto las competencias de carácter vertical, es decir, las que son específicas de un puesto de trabajo determinado y que pierden su sentido fuera de ese contexto, como las de carácter transversal u horizontal, es decir, las que son comunes a todos los contextos laborales independientemente del puesto de trabajo o de la especificidad de la organización. La identificación de las competencias, y específicamente las transversales, contribuye a que las organizaciones y sus empleados se adapten a los cambios provocados por el progreso de la sociedad. Así, por ejemplo, en la sociedad actual se ha originado la necesidad de definir y desarrollar competencias de carácter horizontal vinculadas al impacto que han tenido las tecnologías de la información y la comunicación en las organizaciones y a la manera en que dichas tecnologías han modificado los procesos de trabajo.

 

En segundo lugar, la creciente convicción de la importancia de la información y del conocimiento como activos para el desarrollo de las empresas hace que la llamada economía del conocimiento se caracterice por la necesidad del aprendizaje continuado y el desarrollo de competencias asociadas al uso efectivo de la información (OECD, 1996). Estos factores han impulsado la gestión de información en las empresas y han potenciado la implementación de proyectos de gestión del conocimiento. Así, como consecuencia de la creciente dependencia del uso de la información y el conocimiento en las organizaciones y de la complejidad de la información corporativa, se hace necesario identificar las competencias de carácter transversal que se precisan para desenvolverse en estos nuevos escenarios.

 

En tercer y último lugar, la popularización del acceso a Internet ha creado un marco que favorece y facilita la edición y el acceso a la información, y ha evidenciado, paralelamente, el fenómeno de la sobreabundancia de información. Dicho fenómeno se ha comprobado que tiene como principales efectos negativos la dificultad que supone para los usuarios encontrar de forma rápida y eficiente la información que necesitan, y la inseguridad con respecto a la calidad de la información que encuentran o la credibilidad de las fuentes que consultan (Bawden, 1999). En consecuencia, tal y como hemos visto, lo que inicialmente era una ventaja y una oportunidad para la organización y para los empleados se convierte en un obstáculo, para el que deben proporcionarse las herramientas que permitan sortearlo.

 

NUEVOS ESCENARIOS, NUEVAS COMPETENCIAS

 

▪ Economía del conocimiento

- actualización de conocimientos

- uno intesivo de información

 

▪ Gestión de competencias profesionales

- adaptación de nuevas situaciones

 

▪ TIC

 

▪ Sobreabundancia informativa

 

 

Como conclusión se puede afirmar que la confluencia de dichos elementos ha llevado a las organizaciones a definir competencias de carácter transversal vinculadas, por un lado, a las tecnologías de la información y la comunicación, y, por otro, a los aspectos relacionados con el acceso y la utilización de la información. La tendencia que ha predominado en los últimos años ha impulsado la consolidación de la formación de los trabajadores en la utilización de las tecnologías de la información, desde el punto de vista del manejo de las herramientas informáticas para el desarrollo de la actividad diaria. En muchas ocasiones se ha considerado que con dichas habilidades se proporcionaba la formación suficiente para interactuar de forma efectiva con la información. Sin embargo, se ha comprobado que las habilidades tecnológicas y el uso del ordenador no son suficientes para obtener, entender, utilizar y saber compartir la información de forma efectiva y, por lo tanto, para generar y compartir conocimiento.

 

Considerando los aspectos descritos, y una vez consolidadas las acciones respecto a habilidades de carácter más tecnológico, es lógico que, en una sociedad basada en el conocimiento, el punto de atención se empiece a centrar en elementos más intelectuales. Como consecuencia, el siguiente paso consiste en profundizar en los conocimientos y las capacidades que permitan a los trabajadores acceder, utilizar e interactuar con la información y el conocimiento de forma efectiva, con el objetivo de que apliquen estratégicamente la información y el conocimiento para aportar valor a la organización, y que dichos conocimientos y capacidades sean un elemento que contribuya a la autoformación. Es decir, para contribuir a la mejora de las capacidades individuales y organizativas se hace necesario adquirir una nueva competencia que permita moverse de forma efectiva en el contexto informacional que caracteriza nuestra sociedad: la competencia informacional. Dicha competencia adquiere especial relevancia en las organizaciones en las que existen proyectos de gestión del conocimiento, ya que en ellas, además del conocimiento, también la información y su gestión, desde el punto de vista tanto organizacional como individual, desempeñan un papel fundamental. En los apartados siguientes vamos a desarrollar estas ideas.

 

Competencia informacional en contexto

 

El concepto de competencia informacional ha sido ampliamente estudiado en los entornos educativos en los que existen iniciativas que pretenden normalizar su formación. Dichas iniciativas las hallamos en los distintos niveles educativos, desde la educación primaria y secundaria hasta la formación universitaria. Así, por ejemplo, podemos citar las recomendaciones de la Association of College and Research Library (ACRL), Information literacy standards for higher education (ACRL, 2000), o bien las desarrolladas por la American Association of School Libraries (AASL), Information literacy standards for student learning (AASL 1998)

 

La competencia informacional en dicho sector se ha caracterizado, por un lado, por hacer énfasis en la búsqueda, el acceso y la evaluación de información científica. Esta tendencia, que proviene mayoritariamente del sector bibliotecario, ha sido considerada por algunos autores como la evolución natural de la tradicional formación de usuarios o formación bibliográfica. Aunque existen importantes puntos de discrepancia al respecto, el citado sector ha sido uno de los que ha dado un mayor impulso al movimiento de la competencia informacional.

 

Por otro lado, en el sector educativo, la competencia informacional también ha sido estudiada desde la pedagogía y como consecuencia del escenario provocado por la sociedad del conocimiento y las tecnologías de la información y la comunicación. La pedagogía informacional consiste en un nuevo enfoque pedagógico centrado en facilitar el proceso de enseñanza y aprendizaje a partir de una correcta utilización, asimilación y procesamiento de la información. Es decir, se considera "el uso de la información en todas sus dimensiones: acceso, análisis, interpretación, evaluación, producción, etc." (Picardo, 2002). En este nuevo marco educativo, tal y como afirma dicho autor, la información es entendida como el punto de partida y el objetivo final del proceso de enseñanza y aprendizaje. Así, por ejemplo, en el contexto español podemos destacar iniciativas como la propuesta del modelo HEBORI (Habilidades y Estrategias para Buscar, Organizar y Razonar la Información), que desarrolla los elementos para la implementación de la pedagogía informacional en el contexto de la educación secundaria (Benito, 1996)

 

En la concepción de la competencia informacional en el contexto corporativo confluyen elementos de las dos tendencias anteriores. Además, los motivos que han promovido el desarrollo de la competencia informacional de dicho sector derivan de los intereses de distintos colectivos implicados en la estructura de las organizaciones:

 

- Gestores de servicios de información: interesados en formar a los usuarios de los servicios que gestionan

 

- Directivos: interesados en potenciar el desarrollo de la capacitación profesional de sus empleados y la suya propia. Por un lado, respecto a la utilización efectiva de información vista como un recurso que puede aportar beneficio a la organización; por otro, en relación con la habilidad para la actualización permanente de conocimientos. En definitiva, el interés se centra en los aspectos que permitan hacer frente a la complejidad informacional de la sociedad actual por las repercusiones que dicha información tiene en la organización, tanto en el ámbito estratégico como en el operacional.

 

- Usuarios: que reclaman soluciones para afrontar la sobreabundancia informativa

 

Competencia informacional en el puesto de trabajo

 

Como consecuencia de los elementos descritos en los apartados anteriores se observa que la competencia informacional se dibuja como una competencia esencial para trabajar en el entorno laboral actual. Dicha competencia en el contexto corporativo implica que un trabajador debe ser capaz de lo siguiente:

 

- Entender los distintos procesos de la organización en los que está implicado y reconocer, identificar y entender la información que sustenta dichos procesos, tanto si la información es interna como si es externa a la organización.

 

- Utilizar aplicaciones y sistemas que le permitan navegar y explorar la información que necesita para llevar a cabo procesos y actividades concretas.

 

- A partir de las habilidades para la búsqueda, la obtención y el análisis de información, adquirir nuevos conocimientos que aporten valor a los objetivos estratégicos de la empresa.

 

- Evaluar la información y determinar su relevancia en el contexto específico en el que se trabaja, así como analizar el valor que el trabajo con dicha información puede aportar a la organización.

 

- Tomar decisiones sobre la base de la información validada.

 

- Resolver problemas a partir de la información.

 

Para capacitar a los trabajadores en la aplicación de dichas habilidades y conocimientos se propone un modelo para la formación en competencia informacional desarrollado en cinco etapas:

 

i) encontrar información, ii) utilizar información, iii) crear información, iv) organizar información y v) compartir información (Abell, 2001).

 

Las etapas descritas implican que se posea un buen conocimiento de los flujos de información de la organización; la relación entre las personas, la relación entre las personas y la información que utilizan y gestionan, los recursos de información internos y externos relacionados con el área de actividad de la organización; habilidades propias de la búsqueda y la recuperación de información; habilidades en el análisis, la evaluación y la síntesis de información; habilidades comunicativas, tanto orales como escritas, para presentar la información a terceros; habilidades para almacenar y codificar la información (ya sea en el sistema general de información de la organización como en herramientas de gestión de información individual), entre otras.

Pasemos a analizar los principales procesos y los elementos propios de un programa de gestión del conocimiento en los que la competencia informacional representa un papel esencial y, por lo tanto, puede influir en el éxito de su implementación.

 

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Eva Ortoll

Profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación (UOC)