Innovación para un empleo de calidad

 

producto, una nueva línea de negocio, una mejora de la eficiencia y un largo etcétera que, en definitiva, se traduce en un sólido puntal para la supervivencia de la empresa y, a mayor escala, una contribución a la sostenibilidad del sistema económico.

Por todo ello, la difícil situación económica que atravesamos no puede desalentarnos ni convertirse en una excusa para disminuir el ritmo. La innovación no es un lujo que pueda elegirse en épocas de bonanza, sino una necesidad para sobrevivir.

Hay muchas empresas que han hecho el camino hacia la innovación y ahora tienen que sentirse respaldadas. Debe existir un esquema de financiación para las empresas que tengan un alto contenido tecnológico, porque merecen continuar el camino emprendido y porque de ello depende la competitividad del sistema económico general. Es importante que este periodo de crisis no dé al traste con el entramado de empresas innovadoras que se han desarrollado en los últimos años. Debemos buscar los medios para que, al final de este periodo, que llegará, podamos contar con una estructura de empresas innovadoras al menos tan potente como en el que comenzamos.

Los esfuerzos acometidos para orientar las economías andaluza y española hacia un modelo basado en la innovación y conocimiento son el abono de un mercado laboral más estable a medio y largo plazo, con un menor peso de mano de obra intensiva y, por el contrario, una mayor cualificación y especialización.