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En verano, de ocho a tres

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Como todo tiene su contrapartida, la jornada intensiva de verano (normalmente de siete horas) es otra curiosidad autóctona, que en los meses de calor hace más llevadera la conciliación de la vida profesional y personal en los sectores donde la plantilla se puede permitir echar la persiana a las tres de la tarde. ¿Alguien se imagina una ciudad sin autobuses por la tarde? ¿O una fábrica de chorizos cerrada a cal y canto? ¿O un hospital? Este parón supone tres meses de tregua, que permiten disfrutar del aire puro, el sol y un sinfín de posibilidades para llenar la vida con algo más que trabajo, trabajo y trabajo.
Por una vez, se sale antes de lo habitual que en el resto del continente -donde no varían los horarios con el cambio de estación- y se vive mejor que en Berlín o en Londres. Allí se suele apagar la luz de la oficina sobre las 17.00 o las 18.00 horas, también durante los meses de julio y agosto.
Ahorro en luz y agua
«La jornada intensiva de verano es una práctica que se ha ido extendiendo desde los años 80. La época estival suele ser más relajada y, además, no nos engañemos: también se está planteando egoístamente por parte de algunas empresas. Terminar la jornada a las 15.00 horas supone un ahorro importantísimo en teléfono, luz y agua...», deja caer Iñaki Piñuel, psicólogo del trabajo con una dilatada experiencia como director de Recursos Humanos en multinacionales de alta tecnología. La cuenta de resultados no se resiente sino todo lo contrario, «porque se rinde mucho más sin tanto tiempo para comer, ni ese montón de reuniones innecesarias, ni esos ratos muertos en los que la gente se dedica a buscar restaurantes en Internet o simplemente a crear camarillas y conspirar».
Ahora bien, también los hay que prefieren no bajar nunca el pistón, ni siquiera cuando los niños cogen vacaciones o los clientes han decidido pasar el mes de julio en Las Bahamas bajo una palmera. En este mundo globalizado, la competencia es imparable y salvaje, así que más vale no bajar la guardia: «La jornada intensiva de verano es un concepto anacrónico, sólo se entendía cuando no había aire acondicionado, pero ahora, hombre, está claro que no nos podemos permitir trabajar menos», advierte José Montes, presidente y director general de Tea-Cegos, firma de consultoría, formación y selección de personal.
La reciente propuesta de los ministros europeos de Trabajo que pretenden ampliar la jornada semanal a 65 horas -por acuerdo voluntario entre el empresario y el empleado- no cae en saco roto. Hay un clima favorable entre algunos expertos que enmarcan esa iniciativa «dentro de un panorama de flexibilidad que optimizará la producción a lo largo del año; no se aumentarán las horas anuales pero sí se podrán concentrar en periodos de especial demanda». Son palabras de Gregorio Izquierdo, director del Servicio de Investigaciones del Instituto de Estudios Económicos (IEE), que no duda en criticar a la Administración «por no seguir las leyes del ... continua >>

 


 
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