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Fatiga incomprendida

Carmen Giró

 

El síndrome de fatiga crónica es una de las enfermedades sobre las que pesan tópicos complicados de superar. Incluso ahora sigue siendo una dolencia difícil de diagnosticar, ya que todavía hay médicos que la achacan simplemente a factores psicológicos. También se confunde, en primera instancia, con la fibromialgia (caracterizada básicamente por el dolor muscular) y con la depresión. En realidad, este síndrome tiene unos rasgos bien definidos, según explica el doctor José Alegre, responsable de la unidad del síndrome de fatiga crónica del hospital de Vall d'Hebron, de Barcelona: "Es un agotamiento con un tiempo de inicio definido y una duración de más de seis meses". Además, quienes padecen este síndrome experimentan cuatro o más de los siguientes síntomas: problemas de memoria o de concentración; dolor de garganta; ganglios linfáticos palpables; dolor en las articulaciones; dolores de cabeza; alteraciones del sueño y cansancio tras el ejercicio físico.

 

Por eso es una enfermedad difícil de reconocer, porque muchos de sus síntomas pueden darse en dolencias causadas por infecciones, como la gripe. "La diferencia está en que la fatiga crónica esos síntomas persisten durante meses o años, sin que tengan relación con ningún problema médico o psicológico".

 

El agotamiento que provoca el síndrome de fatiga crónica no se alivia con el reposo, y afecta a ala capacidad de la persona para llevar a cabo su vida normal. En los últimos años se empieza a diagnosticar como causa de baja médica en el trabajo, aunque hasta hace poco todavía era una dolencia marcada por muchas versiones contradictorias. El origen de la enfermedad aún no es bien conocido, aunque cada vez cobra más cuerpo la teoría de que podría estar causado por un agente infeccioso como un virus, que provoca anormalidades crónicas en el sistema inmunitario.

 

Las personas que padecen esta enfermedad experimentan cansancio, dolores musculares y problemas de concentración que casi siempre se achacan, en primera instancia, al exceso del trabajo o al estrés. Se añade otro factor: la incomprensión de los que les rodean, que a menudo creen que el enfermo exagera. Según estudios realizados en Estados Unidos, el síndrome tiene una incidencia máxima entre los 30 y los 40 años, y más en mujeres que en hombres. Según un estudio publicado en el "British Medical Journal" es una enfermedad que cuanto antes se diagnostique mejor se podrá tratar, de una manera individualizada para cada caso.

 

 

Carmen Giró

La Vanguardia