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La grafología como recurso conductivo

Verónica Corba

 

Como todos saben, la grafología es el estudio de la escritura. Nos lleva a descubrir aspectos ocultos de la personalidad del sujeto de interés o a confirmar los ya revelados a través del conocimiento del mismo.

Por tal razón es necesario contar con muestras caligráficas de los postulantes a un cargo en el proceso de selección de personal, con el fin de saber de antemano acerca de los rasgos más destacados de la personalidad de los mismos. La precisión de los datos arrojados por tal estudio son sorprendentes.

En un taller de grafología que realicé en El Salvador, un grupo estaba elaborando un informe sobre la personalidad a partir de una muestra elegida al azar de alguien que estaba allí presente. No se conocía su identidad. Cuando terminaron relataron en voz alta lo que habían escrito: un perfil detallado de su temperamento. Al finalizar su descripción oral, pedí que se pusiera de pie el sujeto descrito, y lo hicieron dos personas en forma simultánea. Ambos se habían reconocido en la descripción y habían visto, al igual que todos los presentes, la letra que se estaba analizando. Después de las risas y gestos de sorpresa, los dos aseguraban ser los autores de la misma muestra estudiada. Finalmente determinamos quién era el verdadero "dueño", pero lo increíble de la anécdota es la precisión con la que dos personas con el mismo tipo de letra pueden asegurar que además comparten los rasgos más sobresalientes de su personalidad.

Por eso los resultados de la grafología son altamente confiables. Define con precisión el grado de vitalidad del sujeto, su visión del futuro, su relación con el pasado, su vinculación (o desvinculación) con los demás, su grado de integración social, su nivel de ambición, su facilidad o dificultad para subordinarse a una autoridad, adaptarse a los cambios o liderar, sus posibilidades creativas, en fin, todo aquello que pueda ayudar a mejorar la relación con él en base a su conocimiento previo.

Por ejemplo, si un sujeto se muestra extrovertido y su escritura lo confirma, sabremos que es espontáneo para él actuar de esa manera y difícilmente podamos cambiarlo. Pero si observamos que al escribir se manifiesta como un introvertido, estamos entonces ante el descubrimiento de su verdadera personalidad: se sobre-adaptó al medio redoblando sus esfuerzos por ser socialmente más dinámico, pero en realidad le demanda un esfuerzo adicional. Valoraremos de otro modo su característica en este caso, y sabremos que no sólo fue capaz de hacer un esfuerzo por mejorar, sino que también puede desarrollar con más destreza otras áreas no tan relacionadas con el intercambio personal y la comunicación.

Por eso encuentro muy útil este recurso para numerosas áreas en una empresa. Y una herramienta de alto valor en términos de liderazgo. Habitualmente recaigo en una premisa: no se puede conducir a quien no se conoce. Cuánto mejor jefe se puede ser si se consigue traducir el particular dominio de la gente sobre su propia letra.

Las posibilidades de la grafología son infinitas. En todos los casos allana el camino de acceso hacia los demás. Lo mismo que quizás pueda llevar meses atravesar en la intención de conocer lo que subyace en cada uno, se puede obtener a partir de la observación de su escritura o su firma.

Hacer o pedir un informe sobre los rasgos de todos los conducidos no sólo manifiesta el verdadero interés del jefe por acortar los caminos de llegada a ellos, sino que también coloca a su alcance un "pequeño duende" que le murmurará al oído muchos de los secretos más guardados del subalterno en cuestión. Y entregará también sus cualidades y defectos para que en el ejercicio pleno del liderazgo transforme a ese conducido en alguien mejor.

 

Verónica Corba

Licenciada en Psicología