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¿Quién se ha llevado mis vacaciones?

Beatriz Valderrama

Volvemos al trabajo después de las vacaciones. Tal vez hemos seguido el consejo de los expertos y las hemos acortado o repartido. Pero eso no nos quita el desánimo, una especie de fatiga que nos hace parecer cualquier tarea inabordable, un humor un poco triste, nostálgico y un conjunto de síntomas que se han dado en llamar Síndrome Post-Vacacional (cansancio, apatía, ansiedad, insomnio, dolores musculares y otras afecciones), como consecuencia de la dificultad de adaptación de los relojes biológicos de nuestro organismo al cambio brusco de ritmo y a las exigencias del trabajo.

En realidad, tendríamos que llamarlo Son Pocas Vacaciones. Las jornadas laborales se siguen alargando y, dadas las necesidades de productividad, el panorama no es alentador. No parece realista ampliar los tiempos de descanso, aunque sí puede ser una práctica de gestión para beneficio mutuo (empresa y trabajadores) en negocios estacionales.

Las vacaciones son un bien escaso y, por tanto, muy valioso. Cuando éramos niños, con tres meses de vacaciones, al final estábamos deseando volver al colegio a encontrarnos con los amigos, ponernos las botas de agua y pisar charcos de lluvia.

Hoy en día, los trabajos son cada vez más complejos. Somos trabajadores del conocimiento, por lo que nuestra actividad laboral requiere esfuerzo mental. Creatividad, impulso, entusiasmo, autodirección o liderazgo de otros también afectados por el SPV, exigen a nuestro cerebro un despliegue de energía que nuestro cuerpo no está en condiciones de aportar en estos momentos de retorno.

Si a ello le añadimos la presión de un ambiente laboral enrarecido, con malas relaciones entre compañeros o con los jefes y ausencia de buenas políticas de gestión de personas, el cuadro puede agravarse o alargarse en el tiempo.

Un directivo/a que fomente una buena comunicación y cree a su alrededor un ambiente rico en refuerzos, donde el reconocimiento fluya de manera natural, puede hacer mucho para aliviar en su equipo el malestar de estos primeros días o incluso prevenir su aparición.

Whit Hobbs afirmó: “El éxito es despertar por la mañana, quienquiera que seas, dondequiera estés, joven o viejo, y saltar de la cama porque hay algo que te gusta hacer, en lo que crees, para lo que eres bueno. Algo que es más grande que tú y que difícilmente puedes esperar para retomarlo hoy”.

¡Ojalá pudiéramos describir así nuestro estado de ánimo al reencontrarnos con nuestro trabajo después de un tiempo de vacaciones! (No estaría mal tampoco sentirlo durante las mismas vacaciones).

Con el ánimo de hacer más llevaderos estos primeros días, o por lo menos despertar alguna sonrisa, proponemos algunas sugerencias, ejercicios y prácticas para profesionales y directivos:

- Sentido del humor

- Feng Shui

- Metas

- Apoyo

- “Cargar las pilas”

- Filosofía

- Fluir con el Tao


El Sentido del humor

La risa promueve la creatividad, despierta nuestro cerebro y lo baña de endorfinas. El sentido del humor nos hace ver nuestros problemas con distancia y afrontar la vida con más optimismo.

El Feng Shui (sin fanatismos)

Es el arte chino de crear ambientes armoniosos para elevar la energía vital. Su filosofía se basa en la relación entre el espacio exterior y nuestro espacio interior, nuestra mente.

Metas

Tener un buen motivo para volver es una buena prevención para evitar el síndrome. Por ejemplo, escribir un artículo que pueda aliviar el SPV y enviarlo a tiempo de que pueda beneficiar a alguien.

Apoyo

Una comunicación fluida con los compañeros, jefe y colaboradores puede hacer más llevadero el proceso de adaptación al regreso. Es buen momento para fortalecer las relaciones, lo que sin duda nos ayudará más adelante en el día a día.

Cargar las pilas

Detrás de nuestro malestar estos días están los cambios fisiológicos por los que atraviesa nuestro cuerpo en su fase de adaptación. Es importante que conozcamos cómo reacciona nuestro cuerpo para saber qué necesita.

Filosofía

Los filósofos eran los antiguos psicólogos. Sus recomendaciones iban encaminadas a vivir una vida plena, alcanzar la felicidad y la sabiduría. Para los griegos, igual que para los orientales, ser sabio no significaba atesorar muchos conocimientos, sino saber vivir.

Fluir con el Tao

Según investigaciones, la gente más feliz es la que consigue permanecer gran parte de su vida en un estado que denomina de “flujo”. Es un estado de actividad creativa, que permite a la persona estar muy concentrada y muy presente en el aquí y el ahora, sin sentir el esfuerzo. Es el resultado de hacer algo no como medio hacia una meta sino como fin en sí mismo.

 

Beatriz Valderrama