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La gestión del conocimiento: El Tercer Factor  (1)

Miguel Fernández de Pinedo

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Nueva Economía, Globalización, Innovación, Gestión del Conocimiento... son conceptos que se han incorporado recientemente a las Teorías del Management y a la Economía. En realidad lo que subyace detrás de estos términos es la búsqueda constante de soluciones para la Gestión de las Organizaciones, orientada a la creación de valor y a la competitividad sostenida en un entorno en constante cambio.

 

Nos dirigimos hacia un nuevo modelo económico basado en el conocimiento en el que éste tiene un claro valor diferenciador aportando ventajas competitivas gracias a su gestión.

 

La Gestión del Conocimiento es un objetivo estratégico global para PwC que quiere crear sinergias entre las distintas líneas de negocio, sectores y territorios, promoviendo un entorno de colaboración y de aprendizaje, en el que las personas que forman parte de nuestra organización se sientan motivadas a compartir su información y su experiencia.

 

La Gestión del Conocimiento nos hace diferentes, contribuye a que seamos una organización líder e innovadora y nos permite proveer de soluciones de negocio de alto valor a nuestros clientes.

 

PricewaterhouseCoopers es líder en Gestión del Conocimiento y, desde su propia experiencia, quiere participar con otras organizaciones en la implantación de Programas de Gestión del Conocimiento y en su divulgación científica como disciplina del saber.

 

“Para los países en la vanguardia de la economía mundial, el equilibrio entre conocimiento y recursos ha cambiado hasta tal punto que el conocimiento se ha transformado en el factor determinante de los niveles de vida - más que la tierra, las máquinas o el trabajo -. Las actuales economías desarrollas, muy avanzadas tecnológicamente, están realmente basadas en el conocimiento.”

(World Development Report, 1999)

 

Según la teoría económica, los dos principales factores productivos son el capital y el trabajo. Sin embargo, desde hace algunos años se empieza a reconocer un tercer factor de producción -el conocimiento- como generador de riqueza en las economías. Como elemento exógeno al proceso productivo, el conocimiento ha estado siempre presente y ha posibilitado el desarrollo económico. No obstante, existen dos hechos que pueden explicar la importancia adquirida por el conocimiento en los últimos años. Por un lado, las nuevas técnicas de medición están permitiendo una mejor visión del conocimiento y, por otro, el desarrollo de las tecnologías de la información y del conocimiento, su difusión y su distribución a través de todos los sujetos que configuran la economía.

 

En definitiva, las actuales economías -y con ellas todos los agentes económicos- se encuentran inmersas en un proceso de transformación que significa el paso de una economía industrial a una basada en el conocimiento.

 

En este nuevo contexto, se hace evidente que gestionar bien los procesos que incentiven la creación, uso y difusión del conocimiento se convierte en tarea primordial para cualquier economía y empresa inmersa en un mundo en constante modificación. Surge así el concepto de la Gestión del Conocimiento entendida como "el proceso que continuamente asegura el desarrollo y aplicación de todo tipo de conocimientos pertinentes en una empresa, con objeto de mejorar su capacidad de resolución de problemas y así contribuir a la sostenibilidad de sus ventajas competitivas"(Andreu, R. y Sieber, S., 1999) o, en otras palabras, "como el arte de transformar la información y los activos intangibles en un valor constante para nuestros clientes y para nuestro personal" (PwC).

 

La Gestión del Conocimiento conlleva necesariamente un cambio de cultura, tanto en el propio seno de las organizaciones y de las personas, como de las propias estructuras del sistema económico y de mercado. Afrontar este cambio adecuadamente exige innovación, aprendizaje y adaptación a nuevos mercados (e-business).

 

Consolidar a la empresa en un proceso de innovación constante en su estructura organizativa, funcional y de procesos supone dotar a la empresa del elemento fundamental para consolidar la cultura del cambio.

 

La transformación en la empresa no sería completa sin que uno de sus principales activos -las personas- asimilara el cambio exigido. El capital humano, con su capacidad de aprendizaje y de desarrollo de nuevos conocimientos, se convierte en uno de los valores diferenciadores dentro de las empresas. Por último, la orientación de las empresas y personas hacia el conocimiento permite que nuevas formas de negocios, como el e-business, sean fácilmente asimilados por unas organizaciones vivas y flexibles.

 

¿CAMBIO DE PARADIGMA?

 

El conocimiento, tanto en su categoría de input como de output, está jugando un papel decisivo en todo proceso de crecimiento económico: la inversión en intangibles está creciendo mucho más rápidamente que la inversión física; las firmas con más conocimiento presentan mayores ventajas competitivas y las personas con más formación obtienen, en general, mejores remuneraciones.

 

En consecuencia, todo hace pensar que los actuales cambios no se reducen a un ámbito parcial de la economía o a un sujeto económico en particular, sino que es una transformación global que afecta tanto a las pautas por las que se rigen las modernas economías en su conjunto, como a las transformaciones en el seno de las empresas y de la sociedad.

 

De la economía fordista...

 a la economía basada en el conocimiento

 

Hablar de economía basada en el conocimiento implica necesariamente partir del anterior paradigma económico. Desde principios del siglo XX, la economía es conocida como economía fordista, cuyo nombre, deriva de los métodos de producción utilizados por la fábrica de coches Ford en los Estados Unidos. Este modelo económico se caracterizaba por el aprovechamiento de la producción en masa, las ventajas de las economías de escala como motor de producción y la especialización de las tareas productivas. En este contexto, cualquier inversión realizada tenía como objetivo mejorar el capital fijo en la empresa -principal recurso-, lo que exigía una cierta rigidez del proceso productivo en un mercado estandarizado.

 

No obstante, desde hace algunos años el uso de las tecnologías de información y de la comunicación está provocando una transfiguración de los paradigmas en los que se asientan las economías modernas. Las denominaciones aparecidas para designar los actuales cambios son muy diversas y variadas. Algunos usan el término 'economías post-industriales' para subrayar la discontinuidad con la anterior economía industrial.

Otros utilizan la expresión 'economía post-fordista' para evidenciar el fin del paradigma organizativo basado en la especialización y en la parcelación de los procesos productivos.

 

La expresión adoptada en el contexto de este trabajo será 'economía basada en el conocimiento'. No sólo se pretende constatar que en la distribución del valor añadido y de la ocupación por sectores, aquellos que poseen un fuerte contenido informativo tienen un mayor peso. Lo que se intenta subrayar, además, es la amplitud del cambio en el conjunto del sistema productivo y en la economía.

 

Si en la economía agrícola el recurso central era la tierra y en la industrial era la máquina -el capital físico-, en la nueva economía, que se está configurando, el conocimiento - y su distribución entre las distintas unidades que componen el sistema económico - es el elemento clave para la creación de riqueza.

 

De esta manera, es posible definir una 'economía basada en el conocimiento' como aquella economía basada en la producción, distribución y uso del conocimiento y de la información.

 

La importancia de la creación de conocimiento y de actividades innovadoras, como principales motores de crecimiento económico, no es una teoría aparecida recientemente. De hecho, desde los economistas clásicos hasta economistas como Schumpeter han dado siempre una gran importancia a la innovación y a la acumulación de conocimiento para el crecimiento económico a largo plazo.

 

Sin embargo, el reciente protagonismo dado al conocimiento viene explicado por dos factores:

 

• La evolución en el desarrollo de indicadores y métodos de medición ha contribuido a considerar al conocimiento como un nuevo input inherente al proceso productivo. El conocimiento, como cualquier otro factor de producción, puede ser producido y utilizado en la creación de otros bienes, e incluso en su propia producción.

• La aparición y desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) ha contribuido a una mayor facilidad en el uso y la creación de conocimiento.

 

La justificación estadística de este proceso la lleva a cabo la OCDE cuando indica que los sectores de servicios intensivos en conocimiento tales como educación, comunicación e información están creciendo muy rápidamente, estimándose que más del 50% del PIB de las principales economías de la OCDE están basadas en el conocimiento.

 

El paso de una economía industrial a otra basada en el conocimiento implica, necesariamente, importantes consecuencias para las organizaciones empresariales. Cada periodo de desarrollo económico se corresponde con una tipología de empresa concreta que responde al entorno macroeconómico en que se desarrolla.

 

Si en el planteamiento del modelo económico se ha hablado de economía fordista, necesariamente dicho modelo tiene su correspondencia en la configuración de la empresa. De esta manera, es posible hablar de 'empresa fordista'.

 

Las 'empresas fordistas' se caracterizan por una organización de la producción por línea de montaje en la cual las tareas se hallan divididas rígidamente. Luego el modelo fordista se basa en la generación de economías de escala y en la producción masiva.

 

Sin embargo, el anterior modelo de empresa se encuentra en crisis por no dar respuesta al actual entorno económico: incremento de la competencia, mayor influencia de los clientes, ciclos de vida de los productos más cortos y cambios tecnológicos continuos y acelerados.

 

La respuesta a este nuevo entorno supone la transfiguración de las empresas en empresas basadas en el conocimiento. Debido a la novedad del concepto no existe una definición clara y homogénea con características particulares y precisas. A pesar de ello es posible realizar una aproximación a sus características a partir de determinados rasgos diferenciadores, entre los que podemos destacar:

 

• Tendencia a aumentar el contenido de información en los productos.

• Mayor capacidad para introducir rápidamente cambios en el diseño de productos y procesos.

• Flexibilidad como práctica habitual en los procesos productivos.

• Especialización de los equipos permitiendo modificaciones más rápidas en los planes de producción, altísimos niveles de eficiencia en la fabricación de productos distintos, diversos modelos y volúmenes variables.

• Mayor dinamismo tecnológico gracias al cual el diseño puede integrarse al proceso productivo.

• Nuevos esquemas organizativos. La nueva organización tiende a una red integrada de los procesos con marcada énfasis en las conexiones y en los sistemas de interacción.

• Nuevo planteamiento en la gestión de los Recursos Humanos.

 

En definitiva, cambios en la estructura organizativa de la empresa, en la estructura funcional y en la estructura de los procesos.

 

En la actualidad coexisten ambos modelos de empresas sin una clara línea diferenciadora. Las empresas 'tradicionales' se están transformando para dar respuesta a los actuales cambios económicos y las 'nuevas' empresas poseen, a pesar de todo, reminiscencias del modelo anterior.

 

Por consiguiente, es posible afirmar que las empresas, los sujetos económicos y la economía en su conjunto se enfrentan a una transformación global de sus planteamientos, consecuencia del desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación. Estos avances han contribuido a que el conocimiento sea considerado como un nuevo recurso, generador de importantes ventajas competitivas.

 

Dpto. de Gestión del Conocimiento